Twitteratura I
Tanto le temía el niño a la soledad de su cuarto que, llorando, imploraba a los fantasmas que no lo dejaran solo.
La besaba con tanta pasión por el miedo a perderla, que ella cada día juraba que no volvería para mantenerlo asustado.
Un nervioso tartamudeo, un gesto incierto en la mejilla, la mirada fija en los labios. El preámbulo del beso.
Cierra el día en las ventanas, mata todas las luciérnagas, apaga todos los destellos. No dejes que siga viendo este cuarto sin ti.
Ven, apágame.
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