junio 14, 2011

Toda lucha es por alcanzar el poder. Por imponer convicciones y métodos a quienes disienten con uno. El hombre que no ambiciona el poder ignora la lucha propia y la ajena. Vive tranquilo en sus propias convicciones sin necesidad de imponer su verdad a quienes no la comparten.
Cuando un hombre lucha, desconfío siempre de sus intenciones.
La verdad, aunque solitaria y serena en un rincón, termina triunfando. No necesita de los esfuerzos vanos de los hombres. Y, sospecho, los desprecia.
Los poetas son inmortales. Pero eligen morir para no vivir el desprecio de su propia poesía cuando el tiempo cambia a sus lectores.