No estaba del todo vivo ni del todo muerto. Apenas arrastraba una sombra famélica por las aceras rotas de la gran ciudad. Caminaba por andar y nada más. En casi ningún lado lo esperaban, no como andaba esperando que lo esperaran. Para las tres de la mañana se había hartado del mundo y de la bebida, de las putas que lo rodeaban sin tener nada que ofrecerle. Cuarto o quinto bar, daba lo mismo. Nunca era el primero y parecía que nunca fuera el ultimo. Ni lo pensó: caminó derecho al puente con la dignidad del que decidió matarse. Y se tiró.
El río le lavó las ropas y el cuerpo apareció hinchado en una orilla a 20km de allí cinco días después.Lleno de gusanos. Lo encontraron dos nenes que andaban cazando bichos. Finalmente, cuando ya no importaba, lo encontró alguien que lo andaba buscando.
mayo 01, 2011
Los hombres que llegaron de Europa eran la escoria. Buscaban, más que riquezas, el lugar que esas riquezas les daría. Despreciaban a la madre tierra más que a este continente inhóspito que los enfermaba y mataba lentamente. Renegaron de su origen, de su cuna. Se reinventaron, resguardados por un océano infinito. Pero se hicieron lugar con la espada. Necesitaban el oro y la tierra para ser lo que no habían sido en la desgastada Europa. Y los que habían renegado de su origen asesinaron y violaron. Dieron muerte y vida casi simultaneamente.
Hoy somos los hijos de esa escoria. Los que no tenemos abuelos ni en Europa ni en América, los huérfanos de la historia: los Americanos.
Hoy somos los hijos de esa escoria. Los que no tenemos abuelos ni en Europa ni en América, los huérfanos de la historia: los Americanos.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)