enero 29, 2013


Lógica amorosa

¿Cuántos cuerpos había tocado en los últimos años? ¿Cómo saberlo si casi todo el tiempo el alcohol formateaba su memoria y apenas si vivía de los destellos que le quedaban?
Desde que había escapado de algún lugar en su juventud, no había vuelto a mirarse al espejo con algo de solidaridad hacia si mismo. No recordaba el sabor el agua, de una comida prepara en casa. Estaba obsesionado con jugar, y perder. Enamoraba por deporte. Había desarrollado la increíble habilidad de hacer soñar a una mujer con dos tragos y media hora de chistes de esos que solo entienden algunas mujeres. Tenía todo un repertorio, una rutina. Y aún así tan pronto deshechaba sus conquistas que ni llegaban a aburrirlo.
Quizás por eso es que se sorprendió tanto cuando se escuchó decir ─tal vez fuera la única vez que de verdad lo sentía─ un "te amo".
Ella guardó silencio, luego comentó algo que creyó gracioso y la velada se convirtió en un camping un fin de semana lluvioso.
Él preguntó de más. Ella respondió de puro corazón que era.
─¡Claro que me amas cielo! Soy una apuesta sencilla, no hay mayores riesgos en amarme. Pero no esperes que también te ame así tan pronto.  Amarte a ti es una apuesta mucho más alta.