enero 28, 2012

Excusa


Uno aprende un día que es posible sentir algo así como desprecio por todas las cosas que lo rodean, simplemente, porque no te conocen.
Las ventanas, los muebles, las esquinas del barrio, nunca te han visto y no sabe de vos ni te piensan.
La única solución es invitarte, un día, una tarde, a que te conozcan. A que pases por la calle, quizás hasta invitarte a que entres, que adquieras la bella costumbre de rodearte por todas esas cosas y te conozcan.
Sé que suena bobo, a una excusa tonta para decirte que vengas a verme, pero es la única forma que tengo de poder sobrevivir a la rutina sin que me consuma el odio de sentir tu ausencia en todas las cosas.