Me he capturado. En mis propias mazmorras me impongo sufrimientos y castigos. Varias veces al día me torturo tratando de conseguir esa información tan preciada, tan urgente.
Todo este dolor para una única pregunta:
¿Quién soy si es que soy alguien?
Ante el silencio vacilo: ¿es esta ausencia de respuestas un intachable estoicismo o simple ignorancia?
Una sospecha ha surgido en mi interior estos últimos días: tal vez no sea más que mi propio enemigo.