mayo 26, 2011

La utopía se desangra lentamente por la herida abierta de las miradas vacias de los niños desnutridos, en los sueños de destrucción masiva. El ocaso es un símbolo constante del avatar humano. No hay tiempo ni habrá espacio para nuevas revoluciones. Hemos gastado el crédito vital de nuestra existencia en minerales de piedra. El sol se extingue y nos lleva a la tumba última de la razon y el sentimiento. El ave humano despertará y no dudará esta vez de entonar el requiem por la humanidad. Moriremos ahogados en nuestra propia saliva. No valdrá de nada esconderse: el exterminio será implacable. Hemos fracasado en nuestra simple tarea de ser seres vivos. Antes que llevemos nuestra destrucción más alla de las fronteras celestes, quienes nos crearon volverán a destruirnos en un suspiro. Nos hemos merecido la muerte. Recibámosla con la digindad que corresponde.