abril 23, 2013


Feliz día del libro

Los libros. El día del libro y el compromiso de pensar en uno, en dos, en tres a lo sumo y no perderme bajo esa montaña de libros que no tendré nunca.
Si tengo que pensar en los predilectos, en esos con los que camino (de alguna forma uno se ha convertido en algo así como un reader que almacena libros en su memoria), me marea y me pierdo entre tantos títulos.
Así que haré un resumen. Un pequeño catálogo de los que no me estoy olvidando en este mismo instante.
El primero, la "Ética para Amador" de Savater que me prestó una novia.
Después la costumbre de llevarme en el bolsito de la facultad los pequeños tomos de una colección de Crónica (cien x cien, creo que se llamaban). "La metamorfosis", de Kafka; "Bola de sebo", de Maupassant; algunos cuentos de Hoffman; "La muerte de Iván Ilich" y "Iván el tonto"de Tolstoi...algunos de la colección.
Pasaron muchos libros, desde entonces.
Una edición viejísima de la "Antología apócrifa" de Nalé Roxlo, que presté y nunca volvió y juro que de verdad lo extraño.
Un volumen chiquito de artículos de Miguel Unamuno y luego, su nivola, "Niebla" con el inolvidable Augusto Pérez discutiendo con su propio autor sobre su derecho a existir.
Una época de muchos viajes que me llevaba los tomos completos de Borges y Cortazar sacados de la biblioteca del colegio. Ahí, en esa biblioteca, también encontré una edición de lujo, en papel Biblia, de las "Cartas a Milena" de Kafka, los dos tomos de una introducción a la filosofía que me vaciaron el cerebro y me volvieron un refutador de todo y mi primer lectura del Quijote la tarde que ella entró a la biblioteca cuando yo tenía apenas 16 años. 
Más frescos están los de Galeano, regalos de cumpleaños de mi hermana tan bien y bellamente dedicados.
No puedo olvidar del primer tomo de las obras completas de Tolstoi en encuadernación de lujo. Nunca conseguí los otros tomos.
Algunas ediciones Castalia (El Lazarillo de Tormes, Vicente Aleixandré...) que son un lujo humilde con sus prólogos y estudios preliminares que no he encontrado en otras ediciones.
Una edición bilingüe del "Critón" de Platón, que me di el gusto de leer en griego antiguo, o los poemas de Horacio y los "Comentarios a la guerra de las Galias", de Julio César, ambos leídos en latín.
Son muchísimos libros a los que he dado rango de familia.
El último, el más fresquito: los cuentos completos de Cortazar, con la letra de ella en la página en blanco del comienzo. He besado esa dedicatoria solo para traerla.
Y sí, tengo que incluirlo, aunque con cierta vergüenza: mi "Primeros poemas", todo un bastardo que trato y trato de convertir en el primogénito. Solo por amor. Y el próximo, "Enamorado del rayo", ese libro que moriré sin terminar nunca. Los dos están guardados también en esto que ni sé que es. 
Digamos, solo para justificar los últimos minutos que he perdido escribiendo esto, que es un homenaje a todos los libros que he amado.
Pablo Mosse (¡cómo pude olvidarme de contar su libro en esta lista!) dijo una vez que discutíamos sobre los libros digitales que el libro impreso es irreemplazable. Puede mojarse, caerse, golpearse y no importa qué le pase, siempre podrá leerse. Un libro es parte de uno, de su casa de sus muebles, de sus parientes que conviven con él.  
¿Tomamos unos mates? Apoyá tranquilo la pava sobre ese libro que está en la mesa. No pasa nada. Ellos dan todo y nunca se quejan. 
Perdón por el desorden, y por todos los libros que no nombré.

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