abril 29, 2011

Nunca la vió. Jamás supo de ella nada más que lo que leyó en los libros de un poeta menor que solía leer. El poeta lloraba por una mujer de inexplicable belleza, de virtudes únicas que lo hacían soñar. Y este pequeño hombre, leyendo sus poemas, se enamoró de ella, de la mujer que el poeta amaba.
Nunca la conoció. Nunca supo de ella más que lo que había leído. Pero la amaba, más aún que el mismo poeta.


(Arte Poética, Tandil, Abril, 29, de 2011)

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