abril 20, 2011

El tipo era un pobre escritor. Trabajaba en la redacción de un diario local: se ocupaba del horóscopo.
El asunto es que le gustaba una mina, una vecina del barrio donde vivía. La tenía bien estudiada, los horarios, el trabajo, las salidas, todo lo que ella hacía. Y un día empezó a escribir para ella.
"Virgo: una nueva amistad comenzará hoy, este atenta a esa persona que conocerá". Y la espero para encontrarla en el supermercado. Pero no se animó a hablarle.
No se desanimó y así estuvo un tiempo redactando el horóscopo de ella según sus propios planes.
"Virgo: Recibirá una sorpresa de alguien que será importante en su vida". Y el tipo le mandaba flores.
Pasaba el tiempo y todo el trabajo era en vano. Nada parecía funcionar: regalos, sorpresas, encuentros fortuitos, de todo intentó sin resultados.
Un día supo lo único que no había averiguado de ella: esa mujer no tenia ni un pelo de supersticiosa, jamás había leído un horóscopo.
Entendió también lo más importante: a ESA mujer, él no le gustaba.

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