Pienso en aquello de "plantar un árbol". Pienso en las tradiciones que vienen de no sabemos cuándo que decían que en los árboles viven los espíritus de los ancestros.
Se dice del hijo y del libro que son formas de inmortalidad, pequeños consuelos.
¿Será el árbol que plantamos nuestra casa en el más allá? Por las dudas, cada tanto me acerco al nogal del abuelo y le cuento cosas, le pido ayuda, o simplemente le ando cerca como haciéndonos compañía. Y pienso, cada tanto, en qué árbol me gustaría vivir.
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