En Palmares ocurre que los muertos no se van al Cielo de los Cristianos ni pasan a otra dimensión ni nada que se parezca: los muertos se quedan, permanecen en la tierra y todos los que han nacido en Palmares pueden verlos como a cualquier hombre o animal que siga vivo, y pueden tratar con ellos con normalidad y ocurre a veces que los muertos llegan a convertirse en grandes maestros, líderes y hasta comerciantes de bienes que no pueden obtener los vivos salvo a través del intercambio con los muertos.
No saben esto los vivos de las colonias aunque entre los negros y los esclavos se sabe y se tiene como algo natural.
─No mueren, los que han escapado a Palmares son inmortales─ cuentan los negros de las plantaciones de Pernambuco mientras organizan su huida a la selva.
Domingo Jorge Velho, bandeirante que puso fin a la resistencia de los quilombolas, lo supo una noche a principios de 1696 cuando descubrió entre la última resistencia al mismísimo Zumbi, llevando sobre sus hombros la misma cabeza que algunos meses antes el bandeirante había paseado clavada en una pica a modo de ejemplo para los demás negros.