octubre 19, 2013

Bogotá

Un morro, la ladera de un cerro cubierta de verde, una autopista a lo lejos, una fila de techitos iguales. De todos los lugares llegan voces que hablan y todos los paisajes nos dicen cosas cuando uno sabe escuchar. Y aunque casi siempre me traigas hermosas palabras de amor, a veces escucho tu voz como un lamento, como una elegía a lo que pudo ser y no fue. A veces me cuentas mis errores, o mis ausencias; a veces me das consuelo, me ayudas a dormir feliz.
Otras, solo me torturas el alma dicéndome "despierta, que aquí te está esperando ella".
Una gillette en el tobogán.*

Cuando era chico, los juegos de la plaza no era común que estuvieran en el patio de una casa. Salvo alguna hamaca medio artesanal, a lo "hágalo usted mismo" pero no más que eso.
Sin embargo, en los últimos años han proliferado las grandes jugueterías que ofrecen, embalados y listos para armar, este tipo de juegos. En su propio patio, su propia plaza.
¿Pública? No, privada. Estos juegos son para armar y disfrutarlos entre las mismas paredes que vivimos encerrados. 
Es lógico, los parques públicos ya no son seguros. 
Como tampoco son seguras o buenas o de calidad las escuelas públicas, ni los hospitales públicos o ningún espacio que pueda definirse de esta manera. Lo público, lo de todos, ha quedado en el recuerdo. Lo seguro, lo saludable, lo bonito, es lo privado, lo mio, no lo nuestro.
¿Cuántas empresas que fabrican estos juguetes han rezado por años para que los parques públicos ya no sean seguros? ¿Cuántas empresas, en general, de todos los rubros, han estado rezando a Dios ─es decir, financiando a nuestros gobiernos─ para que lo público, lo nuestro, ya no sea ni tan seguro ni tan sano ni tan lindo como lo privado, lo mío.
Quizás llevamos décadas desde que un director general o gerente de ventas descubrió que lo público, lo de todos, es riqueza de nadie pero lo privado era el negocio de quien pudiera comprar gobiernos y comenzó a convertir países enteros en sectores privados.



*El título pertence al primer CD del grupo argentino "Autofagia". 

octubre 04, 2013

De Galeano a Chevrón, pasaje de ida y vuelta.

Si hay un intelectual al que hayan convertido en bandera en estas últimas décadas ese es Eduardo Galeano.
Bastión de los gobiernos populistas de América Latina, Galeano definió las políticas y los discursos pro Latinoamérica de los últimos años.
Todos los jóvenes que apoyan estos gobiernos lo leen como si de un profeta se tratara. Y tiene sentido.
Lo que no tiene sentido es que aquellos que hayan leído sus libros sean, hoy por hoy, en Argentina, "nacionales y populares".
En 1998 Galeano publica "Patas arriba", un resumen del mundo moderno, corrupto y criminal en un tono irónico, como si se tratara del programa educativo de una escuela para triunfar en este mundo.
En ese libro Galeano dedica todo un capítulo entero a la impunidad de las grandes corporaciones culpables de crímenes de lesa humanidad.
El capítulo de los "modelos a estudiar" está dedicado casi en su totalidad a una empresa: Chevrón.
Allí se nos cuenta sobre los fusilamientos y ahorcamientos de la dictadura nigeriana a mediados de los '90 y cómo el mismo dictador explicaba estos hechos afirmando que la empresa Chevrón así se lo exigía a cambio de invertir en su país: debían asegurar la estabilidad de la empresa y exterminar a todo aquel que denunciara el envenenamiento del medio ambiente ya que eso afectaba negativamente la imágen de la empresa. 
Y el gobierno de Nigeria, cumplió. Como los gobiernos de otros 23 países en los que Chevrón tenía el derecho de apropiarse, como mínimo, del 25% del petróleo extraído sin pagar por él.
Cóbrese a nombre de Platón.

Un avión en Tailandia, un aterrizaje forzoso, los pasajeros dicen haber sido rescatados por una mujer vestida como típica tailandesa que desaparece sin dejar rastros.
Una nota corta sobre el misterioso episodio.
Un montón de cristianos comentando maravillas de la Virgen María.

Esto pasó hace varios siglos en México. Los mayas no dejaban de adorar a su Diosa creadora sin importar el esfuerzo que hicieran los cristianos por hacerlos entrar en razón. Entonces el Vaticano la vistió diferente, le cambió el nombre y la convirtió en la Virgen de Guadalupe.
Lo gracioso (déjeme ser optimista) es ver a tanto Cristiano superado adorando a una mujer que vino de Venus y se convirtió en la madre fundadora de los pueblos meso americanos, muchos miles de años antes de que, en la otra punta del mundo, una virgen (literalmente "mujer soltera, que no ha tenido contacto con hombre", ya que la virginidad debía perderse en la noche de bodas) pariera un niño.