octubre 31, 2012


Teoría de los espejos:

I. En cada espejo duerme el reflejo completo de todas las cosas, menos de si mismo. Para poder reflejarse a si mismo necesitará, indefectiblemente, de otro espejo.

II. Cuando dos espejos se encuentran ocurre, como una antigua magia, el amor.

octubre 24, 2012

Los Staretzis
(A León Tolstoi y su larga barba)


Aún cuando nos empujen, nos obliguen, aún cuando nos impongan disfraces, nos quieran cambiar; aún cuando nos dejen solos, nos rodeen sin acompañarnos, aún cuando nos digan qué pensar y qué sentir, aún cuando nos quieran uniformar, aún cuando juren querernos sin querernos, seguiremos resistiendo.
Podrán cambiar un día nuestra apariencia, pero no cambiarán nuestros ideales. Siempre, sin dar una tregua, volveremos a ser los Staretzi.
Hagan los que hagan, digan lo que digan. Resitiremos a la mediocridad y seremos verdaderos.

octubre 23, 2012



Y ahora a trabajar. No de "escritor". Quizás por eso es que a uno le cueste verse como lo que es y asombrarse cuando alguien se refiere a uno por la profesión que a uno mismo le da vergüenza, a veces por humildad, adjudicarse.
Uno no puede ser feliz ni sentirse plenamente realizado sin ser lo que es.
Ya siglo XXI y todavía los estados no entienden que "trabajo" es igual a "ser". No soy un desocupado que escribe, SOY un escritor, tengo trabajo.
Mientras, las voces del estado nos dicen que crean fuentes de trabajo. Pero en realidad ocupan gente poniéndola a hacer cosas.
Eso ni es trabajo ni dignifica. Trabajo digno es vivir de la vocación, de lo que uno hace y es.
¿Un ingeniero taxista? ¿Un músico quiosquero?
Esto no es cuestión de un gobierno u otro, ni de ideologías políticas ni nada de eso. Acá no hay "culpables": es el concepto de "vida digna" medieval que tenemos todavía y que todavía manejan nuestros estados.

¿Cómo un escritor puede ser un desocupado cuando escribir es algo tan infinito? ¿No hay nada que pueda escribirse acaso?
¿Se nos gastó el abecedario? ¿El diccionario? ¿Cómo puede alguien que escribe no tener nada qué escribir? ¿Cómo un escritor puede ser un desocupado?

Pero no soy un desocupado, un hombre sin trabajo: SOY un escritor, trabajo jamás me falta. Me falta un sueldo, un ingreso directamente asociado con lo que hago y soy.
Mientras haya una historia que contar, un sentimiento que expresar, tendré trabajo. Lo que nunca tendré es la dignidad de ser lo que soy mientras sigamos creyendo que trabajo es cualquier cosa que uno haga por dinero. Para el que hace lo que le digan por dinero existe un término: mercenario. El trabajador es quien hace lo que es y vive de ello.
A los gobiernos, por favor, recomiendo que tomen nota.

octubre 13, 2012


Solían llamarme de la empresa que mide el rating de los programas de televisión. Ya saben: llaman por teléfono para preguntar qué programas miras y esas cosas.
Con esa información ellos después deciden qué cosa es la cultura que vale y tiene un espacio en los medios.
El tema es que desde que me mudé a la capital empezaron las llamadas ─por alguna razón nunca llaman al interior.
Yo respondí siempre con la verdad, intenté colaborar, pero no han llamado más. Dicen que tirarme en la cama a recordarte no cuenta para la medición del rating. Yo creo que es porque saben que perderían.

octubre 05, 2012


Paradoja de la lluvia:

La lluvia inspira. A muchos la lluvia nos inspira. Tal vez porque obliga al reclutamiento. O porque es como regar la nostalgia.
Cuando llueve es más placentero sentarse a escribir con la taza de café junto al computador (cada cuál con sus gustos).
Pero cuando llueve me cuesta, si no es que me resulta imposible, dejar de escribir sobre la lluvia. 

Las tardes que no había mucho para hacer se entretenían recorriendo el contorno de las sombras. Un día era la sombra de una simple hoja, otro, sombras con formas más complejas, pero siempre pequeñas formas, distancias accesibles. Cuando terminó la época de recolectar hojas, las dos hormigas emprendieron la aventura más grande de sus vidas: perseguir la sombra de un pájaro que cruzaba el cielo hasta donde él las llevara.

octubre 03, 2012



"El Senado aprobó esta tarde en el recinto una declaración similar a la que fue suscrita en la Cámara de Diputados para instar a las fuerzas de seguridad a "adecuar sus acciones a pautas de funcionamiento democrático y subordinación a las autoridades legalmente constituidas"."

Ya está, ahora sí que no sé quién le está tomando el pelo a quién. 

Y mientras el ejército toma las calles de Buenos Aires al grito de "el pueblo no se toca" y el Comandante Chávez detiene a periodistas argentinos que fueron a Venezuela como veedores internacionales en las elecciones del próximo domingo, Barone ya entregó CV en mesa de entrada en Clarín, Cristina ya encargó el discurso que termine con la frase "la casa está en orden" mientras pide al ejército la lista de los posibles desaparecidos para ir empezando los trámites de expropiación de sus bienes como en los viejos tiempos, Máximo encargó 5000 AK-47 por si hay que sacar a La Cámpora a defender la democracia al estilo "montonero" (y de paso empezar su carrera política como su papi y su mami), Victor Hugo se babea pensando en volver a ser un periodista amigo de las FFAA,  y las masas militantes instalan el hashtag #GolpedeEstado en las redes.

Tarde entre soleada y nublada. El ejército pide tranquilidad y defender la democracia, el gobierno electo defiende y justifica el ataque a la prensa argentina en Venezuela.

Los unos y los otros. 

octubre 02, 2012


Yo creo en las mariposas como otros creen en ángeles o esas cosas. También que están especializadas según sus colores. Por ejemplo, las amarillas, que aparecen cuando alguien toca algún instrumento musical; las atigradas, que traen trabajo cuando alguien necesita dinero; o las blancas, que protegen a los enfermos.
Yo creo en las mariposas como otros creen en ángeles o cosas así. También creo en los animales totémicos, protectores. Y por eso hace algún tiempo traje a casa un gato que encontré abandonado. 
Creo que a pesar de nuestra indiferencia hay una gran variedad de animales ─seres─ velando por nosotros. Y también, desde que el gato está en casa y no deja de cazar las mariposas, que son muy celosos entre ellos.

Odiaba despertar cada mañana y ver ese tatuaje en su brazo. Despertar y verlo, antes que a cualquier otra cosa, la enfermaba, le revolvía el estómago. A veces, después de hacer el amor se quedaba mirándolo, con algo de ridícula sensación de victoria. 
Pero siempre que se dormía viendo ese tatuaje soñaba con esa otra mujer, con con su hombre haciéndole el amor a esa otra mujer mientras ella observaba todo desde uno de sus brazos. Entonces era esa otra la que se reía victoriosa de ella. Y así despertaba y ahí estaba ese fantasma en el brazo de su hombre.
-Si fue un error- se defendía él -ya está hecho, está ahí te guste o no, no se puede quitar con nada y tendrás que acostumbrarte. Es solo un tatuaje.
"Si fue un error" se repetía ella, con bronca. Para ella cada una de sus palabras parecía otra, opuesta, que le sonaban más a un "todavía la amo" que a otra cosa. Y tendría que acostumbrarse; pero le resultaba imposible. Sobre todo después del día que consiguió el dinero para la operación que borraría el tatuaje y él se negó diciendo que no estaban en condiciones de gastar semejante fortuna por algo así. 
Fue entonces cuando una mañana que él estaba fuera de casa, ella, con la vista perdida por la ventana que daba a la placita de enfrente, y haciendo sonar un mate como quien trata de sacar agua de las piedras tomó la decisión. Lo dejaría, a pesar del asco que le daba la idea de dejárselo a esa otra, pero encontraría la manera de no dejar que ella se quedara en esa cama con él.
Todo el lunes pasó como pasan los lunes. Ella no habló más que para susurrarle al gato un secreto que solo compartiría con él. A él ni lo saludó cuando llegó de la calle, pero aquello había dejado de ser extraño desde que la relación ya no funcionaba como al principio.
Por la noche se amaron como si nunca fueran a hacerlo otra vez. Y él se durmió. Mientras ella le acariciaba el brazo -el del tatuaje- con la mirada satisfecha, de vencedora que sabe que ganó.
Antes que amaneciera lo despertó el ruido de la puerta y la buscó, quiso hablarle pero una sensación desconocida se lo impidió. Apenas podía verse algo en la obscuridad que todavía luchaba por quedarse y él no podía encontrarla pero tampoco podía entender a esa sensación entre caliente y húmeda que lo rodeaba. Quiso incorporarse y descubrió que tenía la mitad del cuerpo dormida. 
Cuando sus ojos se acostumbraron a la obscuridad notó junto a la puerta por la que ella se había ido para siempre una pequeña sierra de cirujano que, ensangrentada, brillaba con la primera luz del día.