abril 17, 2011

El humor es político, la tragedia es política. La publicidad es política, el pensamiento es panfleto al servicio de la política. Pseudointelectuales inundan la red y los medios para vendernos que al país se lo salva fundando escuelas, bibliotecas, hospitales o cabarets.
Ni pensar en pensar. En un mundo ofrecido en sacrificio al dinero a nadie se le cae una idea. La derecha tiraniza. La izquierda tiraniza. Hasta Greenpeace se arma para hundir pesqueros en nombre de la naturaleza. Solo nos falta que el Vaticano resucite a sus inquisidores.
Cada día se hace más necesaria la relectura del buen Unamuno, ese animal humano y conciente. Es urgente relegar la especulación filosófica acerca del animal político aristotélico en favor del hombre de carne y hueso que vive, come y sufre cada día. Es a este al que hay que instalar definitivamente en el centro de la tormenta intelectual si se pretende construir un modelo de pensamiento aplicable a nuestra sociedad. Seguir insistiendo en cuestiones ideológicas solo puede conducir al suicidio de la cultura. Volvamos al hombre que siente. Basta de seres humanos, quiero personas.

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